ROMÁNICO

Se puede considerar al  Románico en el Oriente de Asturias y al románico asturiano en general, como un fenómeno tardío que se desarrolla en un período de reactivación económica y renovación social a partir del siglo XIII.

No es tanto una cuestión cronológica como una pervivencia del modo románico, donde no son infrecuentes las actuaciones sumamente arcaizantes.
De carácter mayoritariamente religioso, se trata de construcciones sencillas promovidas por particulares o comunidades monacales, producto en muchos casos de reformas de edificios ya existentes.

Sin llegar a la calidad de otros conjuntos (por ejemplo Villaviciosa), nuestra comarca ofrece un muestrario muy digno de obras en su mayoría ignoradas.
Siguiendo la tónica general, son más numerosas o importantes las que se encuentran situadas en zonas de mayor auge económico:

  • como pueden ser la costa,
  • nudos de comunicación o tránsito de peregrinos: San Bartolomé (Parres),
  • asociada a un hospital, San Esteban de Leces (Ribadesella),
  • San Salvador de Celorio (Llanes) en el Camino de Santiago.

Las iglesias rurales, más frecuentes en zonas de montaña o subsidiarias de otras principales, se caracterizan por:

  • la pobreza de sus materiales, presentar planta de nave única con cubierta de madera a dos aguas (San Pedro de Con, Cangas de Onís),
  • cabecera cuadrada y escasa decoración escultórica: portadas de San Miguel de Hontoria (Llanes), San Juan de Berbio (Piloña), puerta oeste de Santa María del Conceju (Llanes),
  • que puntualmente repite elementos: portadas idénticas de Sta. Mª de Llas (Cabrales) y de San Acisclo de Pendueles (Llanes),
  • cabezas engoladas de San Juan de Ciliergo (Peñamellera Baja)) y Santa María de Xuncu -Junco- (Ribadesella).

a pesar de la escasez de restos originales, casi todas cuentan con el encanto de su privilegiada situación:

  • San Miguel de Cofiño (Parres);
  • San Pedro de Plecín (Peñamellera Alta), que conserva en su fachada sur un pórtico y una ventana polilobulada;
  • San Antonio de Alevia (Peñamellera Baja);
  • Santa María de Junco ;
  • San Juan de Berbio
  • quizá el entorno más sobrecogedor sea el de Santa María de Tina,

Pero son espectaculares los accesos por estrechas carreteras a Alevia, Abándames, Puertas y Cofiño, verdaderas joyas de pueblos:

  • la corta caminata hasta San Pedro de Plecín desde Alles merece la pena, así como el recorrido por el valle de Ardisana;
  • son magníficas las panorámicas desde Xuncu sobre la ría de Ribadesella o desde Moru del circo de montañas que la rodea -las soberbias vistas sobre la bahía desde Leces han sufrido, ay, notables alteraciones;
  • resulta reconfortante descubrir edificios escondidos en lugares aparentemente bulliciosos, como el recoleto emplazamiento de Santa María de Llas en pleno Arenas de Cabrales,
  • o la sorpresa de encontrar rincones tan atractivos como San Martín, tan cerca de Cangas…).

En algunos motivos se adivina la influencia prerrománica,

  • como las basas del arco de triunfo en Santiago -o Santa María- de Villaverde (Cangas de Onís)
  •  el oratorio (su inquilino es más bien gótico) de San Martín de Escoto -Scoto- (Parres)
  •  elementos de San Juan de Berbio (Piloña) y Santa Eulalia de Puertas (Cabrales).

En la portada oeste (siglo XV) de San Martín de Escoto hay interesantes relieves como el que representa la cruz de los ángeles; desde luego los sogueados, de carácter tan asturiano, están presentes en muchos casos:

 San Juan de Ciliergo, Santa Eulalia de Ardisana (Llanes); la puerta oeste de esta última iglesia está encuadrada en un alfiz, como la puerta sur de San Martín de Grazanes (Cangas de Onís), en cuyas inmediaciones se alzaba una torre medieval (los restos civiles, aún más escasos, están bien representados en algunos tramos de la muralla de Llanes, del siglo XIII).

La ausencia de motivos ornamentales en estas iglesias populares se debe, por otra parte, a su carácter tardío que refleja la influencia cisterciense, como la puerta oeste de San Pedro de Con, más reciente que la sur con decoración de billetes en la arquivolta o la de San Pedro de Beloncio (Piloña) de típica decoración de bolas, igual que Santa Eulalia de Abamia (Cangas de Onís) en su portada oeste; sobre su portada sur, más antigua, se representan curiosos –toscos y atacados por la erosión– relieves figurados que en las arquivoltas están dispuestos longitudinalmente, a la manera gótica.

En las inmediaciones de muchas de estas iglesias se pueden admirar hermosos ejemplares de tejo de varias centenas de años, aunque algunos están en lamentable estado de conservación: Santa Eulalia de Abamia, antigua iglesia de Santa Eulalia de Puertas, San Pedro de Con, Santa María de Llas, San Martín de Grazanes, San Pedro de Villanueva, San Salvador de Moru (Ribadesella). El tronco de este último es, sin duda, uno de los de mayor perímetro que hemos podido constatar y si permanece aún en pie es gracias a la -a veces ardua, siempre desinteresada- labor de algunos vecinos.

Las iglesias de origen monástico, que se distribuyen a lo largo de caminos reales, suelen presentar decoración más rica y variada por estar relacionadas con el románico internacional.
Aunque es más frecuente la planta de una sola nave -algunas con ábside semicircular como San Pedro de Plecín o Santa María de Xuncu-, tanto Santa María de Tina (Ribadedeva) como San Pedro de Villanueva (Cangas de Onís) tenían tres naves que se correspondían con los tres ábsides semicirculares que se conservan.
En la primera se pueden apreciar restos de un horno a la entrada de la iglesia así como numerosas ruinas de las diferentes dependencias monacales en un entorno especialmente propicio al recogimiento. San Pedro de Villanueva presenta una variada decoración en arquivoltas, capiteles y canecillos, con temas propios del románico, de carácter simbólico, junto con otros, protogóticos, de caballería, lucha y caza –a pesar de la tradición, no está muy clara la relación con Favila–, vinculados a talleres de Villaviciosa por su calidad.
Cierta semejanza con la decoración de esta iglesia (ajedrezados, metopas, columnillas adosadas) se encuentra en la de Santa María de Villamayor (Piloña), de un sólo ábside, donde se detecta la presencia de dos talleres. Tres naves con sus correspondientes ábsides semicirculares presenta, asimismo, la iglesia del desaparecido monasterio de San Antolín de Bedón (Llanes), de somera decoración cisterciense e innovaciones góticas en la cubierta.

El estado actual de la mayoría de estos edificios podría encajar en una de estas tres situaciones:

  •  en ruina total – Santa María de Tina, San Juan de Ciliergo, San Pedro de Plecín– o parcial: Santa Eulalia de Abamia, San Antolín de Bedón.
  •  reedificado por necesidades de acondicionamiento para el culto: San Juan de Alevia (Peñamellera Baja), San Salvador de Abándames (Peñamellera Baja), San Salvador de Celorio; algunos elemento de Santa Eulalia de Puertas han sido trasladados a una nueva iglesia.
  •  rehabilitado con mayor o menor fortuna, algunos declarados monumento nacional: Santa María de Villamayor, San Pedro de Villanueva, San Bartolomé de Las Rozas, Santa María de Villaverde.

Precisamente los tres edificios adscritos al románico que existen en Ribadesella se corresponden con estas tres categorías,

  • ya que San Salvador de Moru presenta un estado absolutamente ruinoso, aunque hace años se habla de su restauración (de esta iglesia, de factura muy tardía, se conservan en el Museo Arqueológico Provincial, en Oviedo, algunos elementos del siglo XII);
  • por su parte San Esteban de Leces, de traza románica, fue reconstruida tras su incendio en 1936 y sólo conserva algunos elementos del antiguo ábside semicircular, como la ventana que se empotró en el nuevo muro, con capiteles de aves afrontadas, y algunos canecillos también trasladados.

A la tercera categoría pertenece Santa María de Junco, del siglo XIII, iglesia monástica como la anterior, cuya última rehabilitación se produjo en 1982, aunque ya había sido reformada en varias ocasiones en los siglos XVI y XVIII. De nave única y ábside semicircular, presenta interesante decoración en capiteles de pájaros afrontados y cabezas engoladas que la relacionan con el románico de Villaviciosa y que se repiten en San Esteban de Leces y San Juan de Ciliergo. Tallado sobre la puerta aparece el escudo de armas de la familia Ruiz Junco (siglo XVI).